Todos los cambios son buenos: es la garantía de lo eventuales y dinámicos que podemos ser; sin embargo, estamos habituados a mantenernos en los límites que nos hemos fijado: la disciplinas, los sucesos, los espacios o los tiempos, e incluso nuestro destino, en otras palabras, las relaciones de poder comúnmente establecidas.
El encasillamiento y catalogación se constituyen con fuerzas ajenas a nosotros. En teoría, estas relaciones han cedido a través de artefactos como nuestras constituciones, los derechos humanos, el ordenamiento territorial y la educación, sin embargo en las calles y en las carreteras interviene otras relaciones: pasan cosas, transitan, pero aquí no pasa nada.
La informalidad, es como se ha llamado a nuestras casas y nuestros trabajos e incluso nuestros medios, precisamente porque en lo informal está lo que todavía no es legal. La forma de la informalidad es orgánica, la componen cuerpos y no retículas, deseos y no excusas: somos la fisura del plan, pero aun así tenemos planes.
Hay reductos en nosotros, nos movemos entre las calles, las ciudades y países, pero esto no nos medimos en la mayoría sino en la intensidad de nuestras acciones, cambiando aunque sea levemente nuestras vidas, convirtiéndonos en sujetos instituyentes, no perteneciendo a nadie más que a nosotros mismos.
Nuestros intereses y deseos, han demostrado lo similares y diferentes que podemos ser y los caminos que podemos tomar para lograr nuestros fines; los modos de aprendizaje se han multiplicado y todavía tenemos derecho a compartir; hemos enviado y nos ha llegado material de lugares que nunca hubiésemos imaginado; todo esto se ha convertido en un intercambio cultural. Ahora, podemos ser cada vez más conscientes de lo que nos rodea.
Todo el ambiente está dado y si queremos podemos defender y hacer crecer nuestros derechos. Desde luego, no solo conlleva responsabilidades, también riesgos: la ciberdisidencia, la protesta, las manifestaciones y expresiones de inconformidad e incluso la simple participación son acciones que muchas veces se ven diezmadas, alteradas, perseguidas o censuradas para mostrarnos sólo la visión unidimensional de los hechos.
El llamado es hacia la coordinación y construcción de redes: si ellos juegan sucio, nosotros no lo necesitamos, porque entre todos diariamente nos enteramos de su juego.
Desde hace un año este medio no busca más que dar un espacio a todos aquellos que quieran expresar lo débiles que suelen ser los imaginarios que cohesionan tan fuertemente en nuestra sociedad. Estamos apostando a la cultura, a la palabra y nuestra letra representa el respeto. Los invitamos a participar de este medio libre.
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